Durante
estos días, aún puedes disfrutar el número 93 de la revista
HISTORIA de Iberia Vieja. Uno de los temas centrales nos habla sobre
la historia del Grial en España. Nos es un mito; evidentemente, lo
hay, y ese mito fue vital para la construcción de la sociedad, pero
la realidad es que existe un Grial, el actualmente conservado en
Valencia, que entró en nuestro país y que desde la inmensamente
bella San Juan de la Peña (Huesca) recorrió varios enclaves
peninsulares. Ese es el auténtico... al menos, según la tradición.
Por otro lado, en unos tiempos en los que por desgracia numerosos
casos de corrupción acosan a la clase política, conviene recordar
que existen casos, tan terribles o más, en el pasado. Y no son tan
distintos. Además, incluimos un dossier especial; todo empezó con
la publicación de una pequeña nota en twitter, y descubrimos que
existía un gran interés -también alguna que otra leyenda- sobre el
tema: las obras del genial Eiffel en España. No son pocas...
Presentador del programa "La rosa de los vientos" de Onda Cero #rosavientos, director de la revista "Historia de Iberia Vieja" @HistoriaIberia y autor de 17 libros. La última obra es "Triple A" (Libros Cúpula, Planeta).
18 marzo, 2013
11 marzo, 2013
¿QUÉ PASÓ CON MI LIBRO DEL 11-M?
Se cumplen nueve años del mayor atentado que ha sufrido España en su historia. Murieron 192 personas, las personas que se debe homenajear en una fecha como hoy.
Me
hacen esta pregunta muchas veces. El libro no se puede conseguir. Y no se
podrá. Hay quienes piensan que hubo una suerte de censura que se lo “cargó”.
Voy a explicar rápidamente qué ocurrió.
El libro 11-M Claves de una conspiración vio la luz apenas dos meses después
del atentado. Fue uno de los primeros en llegar a las librerías. Eso tiene
premio. Fue la primera y última vez en mi vida que vi cómo la obra alcanzaba el
puesto número 4 en ventas de obras de no ficción. También hay mucha leyenda
sobre este asunto. La edición fue de 8.000 ejemplares, que es una barbaridad.
Muy pocas veces las editoriales se atreven a tanto. Un par de meses después de
publicarse estaban casi vendidos, que es algo como decir que tres cuartas
partes de los ejemplares ya tenían comprador. La editorial me anunció una
segunda edición… pero nunca llegó. Los libros se agotaron y –yo incluido- nadie
pudo conseguir uno nuevo. Se extinguió.
Cuando sucedió aquella tragedia
terrible, estaba trabajando en una obra sobre Al Qaeda en España. Tenía mucha
información y documentación que hacía fuerza para salir, especialmente porque
desde la Casa Blanca habían decidido usar el nombre de nuestro país –se lo
prestaron, para eso y para más, como para decir sí a todo, por ejemplo sí a la
guerra de Irak- y señalar a España como lugar importante en la preparación de los
atentados sobre el 11-S, suceso respecto al cual había publicado en septiembre
de 2003 un libro titulado 11-S: historia de una infamia (Ed. Corona Borealis).
Consideré que podía ser el momento de dar a conocer todos aquellos datos.
Fueron dos meses de trabajo arduo. Descubrí cosas muy interesantes e
importantes, pero con el paso de los meses, y en parte por culpa del título del
libro, quienes veían la portada de mi libro y la temática de inmediato
asociaron el trabajo a la llamada “teoría de la conspiración”, que a través de
determinados medio estaba haciéndose hueco. Pero cuando escribí el libro, y
cuando se publicó, aún no había aparecido ningún estudio digno sobre el tema, a
excepción de los artículos en el diario El mundo de Fernando Múgica, pero los
trabajos de Múgica no incidían especialmente en la llamada “teoría de la
conspiración”. Simplemente, había descubierto una serie de datos sospechosos, a
tener en cuenta, documentados e inquietantes. Fueron otros los que a partir de
sus datos, y a partir de mi libro, quisieron vestir esos acontecimientos dentro
de esa teoría que no era sino lanzar sospechas sobre el nuevo gobierno salido
de las urnas tras el 11-M. No se decía claramente, pero más o menos venía a
decirse que el atentado beneficio a la oposición, que utilizaron la información,
que gracias a todo ello pudo movilizar a la sociedad española, y que incluso,
personajes cercanos al nuevo gobierno podrían estar implicados en aquellos
sucesos… La “teoría de la conspiración” tuvo aceptación por parte de un sector
de público y encontró su caja de resonancia perfecta. Esa teoría tuvo tanta
fuerza –tanta que incluso hasta hoy la siguen creyendo muchas personas- que
invalidó cualquier estudio e investigación al respecto. De inmediato estabas en
un lado o en otro. O admitías la versión oficial –era Al Qaeda-, o admitías la
versión conspirativa –era ETA o incluso alguien que llegó a utilizar a los
terroristas de ETA para ejecutar un acto que cambiara las intenciones de voto-.
Mi libro no estaba en sintonía con ninguno de los dos extremos, pero mucho
menos del segundo. Defendía que era Al Qaeda, pero al igual que en mi libro del
11-S señalaba y documentaba una serie de incógnitas sobre Al Qaeda, sobre el
pasado del grupo, sobre su propia naturaleza, sobre Bin Laden y sobre los
atentados que se le atribuían. Era todo más complejo, más siniestro, era un
terrible juego de intereses, de casus belli que llevaban a determinados órganos
de poder a actuar según unos planteamientos geoestratégicos previo. Y esas
mismas fuerzas e incógnitas estaban presentes en el 11-M. “Necesitamos un
suceso catalizador, una suerte de nuevo Pearl Harbor que sirva para efectuar
una serie de maniobras”, decía un informe que fue elaborado en el año 2000 por
algunos personajes que después alcanzaron el poder en Estados Unidos. Es más:
incluso documentaba en el libro cómo el atentado del 11-M no había decidido
tanto el voto como se creía, que eran otros factores los que influyeron. La
cuestión es que, pese al título, el libro del 11-M no defendía la teoría de la conspiración
(lo que no quiere decir que abrazara la versión oficial de forma ciega). Y sin
embargo, el libro desapareció. Es más sencillo. La editorial, como empresa,
estaba creciendo, en parte, gracias a la publicación de algunos libros de
autores vinculados al nuevo gobierno. Pero nadie dijo nada ni sugirió nada, ni hubo censura ni nada por el estilo. Simplemente, dejarlo
pasar fue, más bien, una decisión, no diré si acertada o no, de la empresa. Pero
la cuestión es que, hoy por hoy, digas lo que digas, opines lo que opines, da
igual: hablar parece que exige situarse en A o B. No puedes decir que no has
concluido ni A ni B. O te sitúas a una u otra vera, o simplemente, no existes y te condenan ambos.
Eso es lo que pasó con el libro. Se extinguió por no entrar en A o B. E
incluso, yo mismo, casi prefiero que sea así y que el libro siga desaparecido.
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