En esta ocasión, estaré en la caseta 150, en la caseta de la editorial Planeta, que me están permitiendo sacar a flote mis trabajos. Será a las 12.00 de la mañana y a las 19.00 de la tarde. Estaré junto a mi compañero de andanzas y sufrimientos -últimamente, más sufrimientos que andanzas-, Lorenzo Fernández, que dirige la revista Enigmas y que ha publicado recientemente "99 lugares en los que pasar miedo" (Libros Cúpula, 2012). Juntos compartimos amistad, mesa de trabajo a pocos metros, algún que otro menú del día, unos cuantos cabreos, otras cuantas broncas, mesa en La rosa de los vientos de Onda Cero... Y últimamente, firmas, muchas firmas. Hace muy poco estuvimos en el Día del Libro de Barcelona, con gente estupenda que se pasó por ahí para echar unas cuántas rúbricas, y ahora estamos aquí, con la madrina de ambos en tierras literarias, Laura Falcó, que estará por ahí también. Estáis invitados. Os esperamos.
Bruno Cardeñosa
Presentador del programa "La rosa de los vientos" de Onda Cero #rosavientos, director de la revista "Historia de Iberia Vieja" @HistoriaIberia y autor de 17 libros. La última obra es "Triple A" (Libros Cúpula, Planeta).
13 junio, 2013
EL SÁBADO 15, EN LA CASETA 150, A LAS 12 Y 19 HORAS.... CITA EN LA "FERIA DEL LIBRO" DE MADRID
22 abril, 2013
EN EL DÍA DEL LIBRO DE BARCELONA (Martes, 23 de abril)
Por segundo año consecutivo, estamos en Sant Jordi, en el mítico Día del Libro, en Barcelona, una ciudad que recibe de forma extraordinaria a los cientos de autores que se congregan en sus calles y librerías. Todos los oyentes de La rosa de los vientos y los lectores de la revista HISTORIA de Iberia Vieja estáis invitados a pasaros y conoceros. Estaré junto a mi amgo y compañero Lorenzo Fernández, firmando ejemplares de nuestras últimas obras ("Triple A", "W de Wikileaks", "100 enigmas del mundo", etc. en mi caso, y en el caso de Lorenzo, "99 lugares en los que pasar miedo", "Desafíos a la historia", "La mandición de los exploradores", etc...). Junto a nosotros, también estará Laura Falcó Lara, nuestra editora y amiga. Estáis todos invitados. Los lugares y horas en los que estaremos, son los siguientes:
Día del Libro, martes 23 de abril. Barcelona
13.00 horas: CORTE INGLÉS (Hipercor) DE MERIDIANA
18.00 horas: CORTE INGLÉS DE MACIÁ
Día del Libro, martes 23 de abril. Barcelona
13.00 horas: CORTE INGLÉS (Hipercor) DE MERIDIANA
18.00 horas: CORTE INGLÉS DE MACIÁ
18 marzo, 2013
El Grial, en la revista HISTORIA de Iberia Vieja
Durante
estos días, aún puedes disfrutar el número 93 de la revista
HISTORIA de Iberia Vieja. Uno de los temas centrales nos habla sobre
la historia del Grial en España. Nos es un mito; evidentemente, lo
hay, y ese mito fue vital para la construcción de la sociedad, pero
la realidad es que existe un Grial, el actualmente conservado en
Valencia, que entró en nuestro país y que desde la inmensamente
bella San Juan de la Peña (Huesca) recorrió varios enclaves
peninsulares. Ese es el auténtico... al menos, según la tradición.
Por otro lado, en unos tiempos en los que por desgracia numerosos
casos de corrupción acosan a la clase política, conviene recordar
que existen casos, tan terribles o más, en el pasado. Y no son tan
distintos. Además, incluimos un dossier especial; todo empezó con
la publicación de una pequeña nota en twitter, y descubrimos que
existía un gran interés -también alguna que otra leyenda- sobre el
tema: las obras del genial Eiffel en España. No son pocas...
11 marzo, 2013
¿QUÉ PASÓ CON MI LIBRO DEL 11-M?
Se cumplen nueve años del mayor atentado que ha sufrido España en su historia. Murieron 192 personas, las personas que se debe homenajear en una fecha como hoy.
Me
hacen esta pregunta muchas veces. El libro no se puede conseguir. Y no se
podrá. Hay quienes piensan que hubo una suerte de censura que se lo “cargó”.
Voy a explicar rápidamente qué ocurrió.
El libro 11-M Claves de una conspiración vio la luz apenas dos meses después
del atentado. Fue uno de los primeros en llegar a las librerías. Eso tiene
premio. Fue la primera y última vez en mi vida que vi cómo la obra alcanzaba el
puesto número 4 en ventas de obras de no ficción. También hay mucha leyenda
sobre este asunto. La edición fue de 8.000 ejemplares, que es una barbaridad.
Muy pocas veces las editoriales se atreven a tanto. Un par de meses después de
publicarse estaban casi vendidos, que es algo como decir que tres cuartas
partes de los ejemplares ya tenían comprador. La editorial me anunció una
segunda edición… pero nunca llegó. Los libros se agotaron y –yo incluido- nadie
pudo conseguir uno nuevo. Se extinguió.
Cuando sucedió aquella tragedia
terrible, estaba trabajando en una obra sobre Al Qaeda en España. Tenía mucha
información y documentación que hacía fuerza para salir, especialmente porque
desde la Casa Blanca habían decidido usar el nombre de nuestro país –se lo
prestaron, para eso y para más, como para decir sí a todo, por ejemplo sí a la
guerra de Irak- y señalar a España como lugar importante en la preparación de los
atentados sobre el 11-S, suceso respecto al cual había publicado en septiembre
de 2003 un libro titulado 11-S: historia de una infamia (Ed. Corona Borealis).
Consideré que podía ser el momento de dar a conocer todos aquellos datos.
Fueron dos meses de trabajo arduo. Descubrí cosas muy interesantes e
importantes, pero con el paso de los meses, y en parte por culpa del título del
libro, quienes veían la portada de mi libro y la temática de inmediato
asociaron el trabajo a la llamada “teoría de la conspiración”, que a través de
determinados medio estaba haciéndose hueco. Pero cuando escribí el libro, y
cuando se publicó, aún no había aparecido ningún estudio digno sobre el tema, a
excepción de los artículos en el diario El mundo de Fernando Múgica, pero los
trabajos de Múgica no incidían especialmente en la llamada “teoría de la
conspiración”. Simplemente, había descubierto una serie de datos sospechosos, a
tener en cuenta, documentados e inquietantes. Fueron otros los que a partir de
sus datos, y a partir de mi libro, quisieron vestir esos acontecimientos dentro
de esa teoría que no era sino lanzar sospechas sobre el nuevo gobierno salido
de las urnas tras el 11-M. No se decía claramente, pero más o menos venía a
decirse que el atentado beneficio a la oposición, que utilizaron la información,
que gracias a todo ello pudo movilizar a la sociedad española, y que incluso,
personajes cercanos al nuevo gobierno podrían estar implicados en aquellos
sucesos… La “teoría de la conspiración” tuvo aceptación por parte de un sector
de público y encontró su caja de resonancia perfecta. Esa teoría tuvo tanta
fuerza –tanta que incluso hasta hoy la siguen creyendo muchas personas- que
invalidó cualquier estudio e investigación al respecto. De inmediato estabas en
un lado o en otro. O admitías la versión oficial –era Al Qaeda-, o admitías la
versión conspirativa –era ETA o incluso alguien que llegó a utilizar a los
terroristas de ETA para ejecutar un acto que cambiara las intenciones de voto-.
Mi libro no estaba en sintonía con ninguno de los dos extremos, pero mucho
menos del segundo. Defendía que era Al Qaeda, pero al igual que en mi libro del
11-S señalaba y documentaba una serie de incógnitas sobre Al Qaeda, sobre el
pasado del grupo, sobre su propia naturaleza, sobre Bin Laden y sobre los
atentados que se le atribuían. Era todo más complejo, más siniestro, era un
terrible juego de intereses, de casus belli que llevaban a determinados órganos
de poder a actuar según unos planteamientos geoestratégicos previo. Y esas
mismas fuerzas e incógnitas estaban presentes en el 11-M. “Necesitamos un
suceso catalizador, una suerte de nuevo Pearl Harbor que sirva para efectuar
una serie de maniobras”, decía un informe que fue elaborado en el año 2000 por
algunos personajes que después alcanzaron el poder en Estados Unidos. Es más:
incluso documentaba en el libro cómo el atentado del 11-M no había decidido
tanto el voto como se creía, que eran otros factores los que influyeron. La
cuestión es que, pese al título, el libro del 11-M no defendía la teoría de la conspiración
(lo que no quiere decir que abrazara la versión oficial de forma ciega). Y sin
embargo, el libro desapareció. Es más sencillo. La editorial, como empresa,
estaba creciendo, en parte, gracias a la publicación de algunos libros de
autores vinculados al nuevo gobierno. Pero nadie dijo nada ni sugirió nada, ni hubo censura ni nada por el estilo. Simplemente, dejarlo
pasar fue, más bien, una decisión, no diré si acertada o no, de la empresa. Pero
la cuestión es que, hoy por hoy, digas lo que digas, opines lo que opines, da
igual: hablar parece que exige situarse en A o B. No puedes decir que no has
concluido ni A ni B. O te sitúas a una u otra vera, o simplemente, no existes y te condenan ambos.
Eso es lo que pasó con el libro. Se extinguió por no entrar en A o B. E
incluso, yo mismo, casi prefiero que sea así y que el libro siga desaparecido.
26 febrero, 2013
OBJETIVO: MATAR AL PAPA JUAN PABLO II (1ª Parte)
El
13 de mayo de 1981, Ali Agca asomó un revolver Browning sobre
la multitud que aclamaba a Juan Pablo II y abrió fuego contra él.
Le hirió de forma severa pero no le asesinó. Nunca se supo si Ali
Agca actuó en solitario o fue el pistolero elegido por un grupo de
conspiradores que pretendía acabar con la vida de un pontífice que
ya estaba cambiando la historia. Precisamente, la teoría del complot
internacional fue la que más hondo caló en la opinión pública
mundial. Incluso tras su liberación, muy pocos ponen en duda la
tesis de la llamada “pista búlgara”, según la cual los altos
mandos de la URSS encargaron el asesinato a los servicios secretos de
Bulgaria, los cuales, gracias a sus contactos con el grupo terrorista
turco Lobos Grises, idearon la trama para que el pontífice polaco no
pudiera llevar a cabo sus planes de acabar con el comunismo a partir
de su apoyo al sindicato Solidaridad de Polonia, que acabó
por provocar años después el levantamiento del pueblo contra el
gobierno comunista, generando una reacción en cadena que concluyó
con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS.
Tanto
Juan Pablo II como el presidente norteamericano Ronald Reagan siempre
fueron considerados como los líderes morales de ese triunfo sobre el
Pacto de Varsovia. Si ese 13 de mayo de 1981, Wojtila hubiera muerto
“aquella década hubiera sido otra y nuestro mundo no sería este”, decía el diario El País el pasado 12
de enero. Y es que en realidad, el intento de magnicidio catapultó
hacia la santidad en vida al propio Papa y elevó su autoridad moral
en la lucha contra el comunismo. Y es que sin ese intento de asesinato la Historia
hubiera sido diferente.
Sin
embargo, el predicamento en la opinión pública de la llamada “pista
búlgara” es inversamente proporcional a las pruebas que implican a
la URSS y Bulgaria en el complot. Ninguno de los procedimientos
judiciales que se llevaron a cabo en Italia pudieron confirmar a
participación de elementos búlgaros en el fallido asesinato. En uno
de ellos, el magistrado Ferdinando Imposimato no pudo atar cabos para
demostrarlo. En su opinión, tras el complot existieron otros
individuos que todavía estarían vivos y deseando que no se conozca
una verdad que sólo Agca sabe: “Conoce muchas cosas, sabe quién
le encargó matar al Papa y estoy convencido de que ahora que está
en libertad su vida corre peligro”, afirma Imposimato seis meses
después de que la desclasificación de documentos secretos de la
época comunista en Bulgaria no sirvieran para implicar al bloque del
Este en el magnicidio.
¿Pretendía
Ali Agca asesinar al Papa?
Tras
los disparos, Juan Pablo II tuvo que ser operado de urgencia durante
más de cinco horas. Sufrió doce cortes en el intestino, le
extirparon un total de 55 centímetros, le practicaron una
colonoscopia y tuvo que recibir una transfusión. Cuando entró en el
Hospital Gemelli, el equipo de médicos se temió lo peor, pero
cuando abrieron el abdomen y descubrieron cuál había sido la
trayectoria de la bala respiraron aliviados, sin dejar de tener en
cuenta la extrema gravedad del paciente.
Cinco
días después, el Papa quedó fuera de peligro. Pero las incógnitas
no quisieron abordarse entonces. Ya había sido detenido Ali Agca, el
autor de los disparos y ya se sabía de él que era un asesino
profesional y miembro de los Lobos Grises, en cuya organización
había granjeado pese a su juventud fama de tirador certero. Al
analizar los detalles surgen las dudas, puesto que Agca disparó a
menos de seis metros del Papa. Para hacerlo, lo hizo levantando la
pistola entre los asistentes situando el cañón hacia abajo. Para
Francesco Bruno, que trabajó en los servicios secretos italianos
entre 1978 y 1987 como criminólogo, la forma de disparar y la
distancia a la que lo hizo, es idónea sólo para causar heridas
severas: “No tuvo jamás la intención de matar al Papa, sino
herirle de gravedad”. Y es que desde su situación, si Agca hubiera
disparado frontalmente en dirección al tórax hubiera asesinado al
Papa… “Así lo habría hecho cualquier asesino profesional. Y él
lo era”, sentencia Bruno.
Pero
además hay otro detalle importante: la pistola utilizada. Y es que
Ali Agca efectuó los disparos –uno o dos, siempre ha existido
disparidad de versiones– con una pistola semiautomática Browning
del calibre 9: “Ningún asesino serio la habría usado para matar a
su víctima”, señala el criminólogo italiano. Y es que fue
concebida, por ser ligera y precisa, como arma de defensa personal
pero no como de ataque. Incluso su capacidad ha sido polémica en
aquellos ejércitos como el argentino, que la adquirieron para sus
hombres: “Tenemos documentados casos en los cuales un delincuente
sigue huyendo aun después de dos o tres disparos”, puede leerse
como queja en la revista oficial Tecnología para Defensa. Por
esta razón, sus fabricantes decidieron cambiar posteriormente el
calibre por un parabellum para hacerla más potente y sus
disparos sí pudieran ser mortales.
El
terrorista turco recibió la pistola unos días antes de cometer el
atentado, mientras se encontraba en un hotel de Palma de Mallorca. Se
había fugado de la cárcel en noviembre del año anterior tras haber
sido condenado a muerte. Siempre se sospechó de la facilidad que
tuvo para escapar de prisión así como para desplazarse por media
Europa sin ningún tipo de problema. La posibilidad de que hubiera
estado protegido por alguien en todo momento siempre ha estado
presente. Incluso cuando partió hacia Roma desde el Aeropuerto de
Son San Joan en Mallorca, el detector de metales “pitó” a su
paso, pero tras las comprobaciones pertinentes le dejaron continuar
ya que oficialmente fue un cortauñas la causa de que saltara la
alarma. Ya en Roma, el día 9 de mayo obtuvo una suerte de visado
para poder estar cerca del Papa en los actos de aquellos días y el
13 de ese mismo mes intentó cometer el atentado.
La
posible existencia de un complot contra el Papa encabezado por los
soviéticos se hizo hueco en la prensa italiana apenas una semana
después del atentado. Al parecer, un informe de los servicios
secretos italianos apuntaba en esa dirección, pero según informaría
el 1 de febrero de 1982 el diario La Repubblica, aquel
documento no existió en realidad.
¿Falsas
pistas búlgaras?
Sin
embargo, la llamada “pista búlgara” cobró cuerpo en el verano
de 1982 a raíz de las informaciones publicadas por la periodista
norteamericana Clara Sterling. Según esta informadora, los Lobos
Grises mantenían abierta una ruta de tráfico de drogas y armas
entre Turquía y Bulgaria con la connivencia de altos mandatarios y
el control de los servicios secretos de este último país. La
existencia de esa trama fue aprovechada por el KBG para encargar el
intento de asesinato de Juan Pablo II, para lo cual los Lobos Grises
eligieron a uno de sus pistoleros con menos escrúpulos: Ali Agca.
Entonces, se tramó su fuga de prisión y se organizó toda la
cobertura para que cometiera el crimen, habida cuenta de la
existencia de una amplia logística, ya que según Sterling, los
Lobos Grises se habían convertido en una herramienta que los
servicios secretos ex soviéticos controlaban y utilizaban según
convenía.
Aunque
en un principio el propio Ali Agca sostuvo la teoría “oficial”,
la “pista búlgara” nunca se ha sostenido en pruebas confirmadas.
Los diferentes personajes de nacionalidad búlgara que fueron
procesados siempre acabaron en libertad y el propio Papa manifestó
sus dudas. En su libro Memoria e Identidad califica a Agca
como la punta del iceberg de un plan que nada tuvo que ver con los
búlgaros. También insistió en ello el presidente italiano Giulio
Andreotti, que según recuerda, en una entrevista con el Pontífice
“le dije que con los datos que yo tenía se excluía una
participación búlgara y que, por tanto, debemos buscar la verdad en
otra parte”. Y es que según muchos estudiosos, la “pista
búlgara” fue un montaje –“el mayor de la historia”, dice el
autor francés Christian Roulette– que tenía por objeto ocultar
las pistas que condujeran a la verdad.
10 febrero, 2013
"SOY UN ASESINO ENTRENADO"
Hoy
será enterrado Chris Kyle. No hay que equivocarse: una gran parte de
la población norteamericana se mostró horrorizada ante su historia.
Eso no evitará que veinte o treinta mil personas asistan a su
funeral, pero en el estadio donde se efectuará estarán vacíos más
asientos que los que estarán ocupados. Kyle está considerado el
mejor francotirador norteamericano en la guerra de Irak. El gobierno
le reconoce 150 muertes, pero él aseguró que había matado a cien más.
Dice, también él, que pusieron precio a su cabeza. Y dice que lo
hizo en nombre de la libertad y porque odiaba a quienes ejecutaba.
Pertenecía al cuerpo de élite de ejército norteamericano de los
Seal. Acabó con su vida un veterano de la guerra de Irak. Como él,
había estado en el horror de la guerra. Quien acabó con su vida fue
diagnosticado con síndrome de estrés postraumático; ambos estaban
jugando a disparar. Juntos. Amaban las armas y la muerte. A Kyle le regalaron su primer juguete para matar a los ocho años. La historia
me hace recordar a la que escribí sobre uno de los
veteranos de guerra diagnosticado con la misma enfermedad
psiquiátrica. La incluí en el libro W de Wikileaks. Y hoy, mejor
que nunca, conviene recordarla:
Conocí
a Jimmy Massey en junio de 2006. Era un tipo enorme. Más ancho que
alto. Y alto era un rato... Conversé con él durante más de una
hora. Estaba intentando redimirse de su pasado explicando al mundo
las cosas que había hecho con la excusa de defender a su país de
quienes quieren ver la Casa Blanca hecha añicos. “Soy un psicópata
asesino entrenado”, me dijo con su voz raspada de tanto romperse
por los muchos gritos que había proferido en su vida. “He matado
de cerca y de lejos, he visto como a mis enemigos les estallaba la
cabeza en mil pedazos después de disparar con mi arma contra ellos”,
añadió. “Pero entonces era joven, estúpido e ignorante”, se
excusó para tranquilizarme y recordarme que todas aquellas
barbaridades que me iba a relatar las había hecho mucho tiempo
atrás. En realidad no era tanto, porque las cacerías humanas en las
que participó databan de sólo tres años atrás, cuando había sido
enviado a la guerra de Irak. Él podía haber uno de los tripulantes
de aquel helicóptero Apache. Podía haber sido aquel soldado que se
reía de los muertos que acababa de abatir y al que le importaba un
bledo que entre sus víctimas hubiera niños. Podía haberlo sido
tanto él como cualquiera de las decenas de miles de soldados que
vivieron una historia personal similar a la suya.
Recordé
algunas de las sentencias que había leído de su propio puño y
letra no mucho tiempo antes: “Todo el mundo es una presa potencial.
Todos los civiles lo son. Para eso me entrenaron. Me fijo en sus
debilidades y en cómo aprovecharme de ellas. Los utilizó. Los
mantengo siempre en la incertidumbre... Y si dejas ver tus
debilidades, estás muerto.”
Y
le escuchaba ahora decir: “Estoy en el purgatorio, intentado salvar
mi alma”.
Que
él me disculpe si me lee -y casi prefiero que no- pero no pienso
perdonarle ni uno sólo de los terribles actos que protagonizó. Por
mucho menos hay gente pudriéndose en la cárcel. Lo que le
diferencia de ellos es que Jimmy tenía licencia para matar con toda
la brutalidad que le fuera posible y lo hacía en nombre del concepto
de libertad que le habían implantado en su cerebro. Pero en cuanto
vi el terrible video dado a conocer por la gente de Wikileaks para
horror de quienes aún tienen algo de sensibilidad me acordé de él.
Y acudí a mi cuaderno de notas para recordar aquello que me había
contado y cómo me había sentido al estar frente a él y su esposa
durante la visita que hizo a España para presentar el libro que
había escrito como parte de su penitencia.
Y
si me acordé de él es porque sus palabras -y en eso sí ha cumplido
un buen servicio- describen a la perfección como es el proceso de
adiestramiento y deshumanización que atraviesa un soldado
norteamericano antes de llegar a la guerra para, al estar en el campo
de batalla, comportarse como él definía su comportamiento: “Todas
las mañanas, cuando me ponía el uniforme, me ponía también la
máscara de gángster, me convertía en un maldito asesino”. Hoy
no puede dejar de sentirme solidario con los amigos de Wikileaks por
haber mostrado al mundo cómo son las cacerías de los Massey de
turno, cuyas biografía es el ejemplo perfecto para mostrar cómo es
realmente la personalidad que se moldea a quien le ponen un traje
caqui sobre el cuerpo con la misión de defender al único país que
tiene razón de ser. “No nací así, lo aseguro”, dice para
recordar cómo, en realidad, todo es un proceso de educación medido
y calculado que provoca que un chico normal de provincias se
convierta en un hombre como él o como los tripulantes de aquellos
Apache.
Siempre
habrá excepciones. También casos especialmente crueles. Del mismo
modo, el espacio intermedio puede ser infinito y caben ahí dentro
miles de casos diferentes, pero los papeles de la guerra de Irak y
Afganistán nos demuestra que existe un patrón común para
diagnosticar la enfermedad del soldado cruel que han cometido
atrocidades en el campo de batalla.
Como
tantos otros jóvenes de las regiones rurales de Carolina del Sur,
educado de forma estricta, encontró en la oferta del cuerpo de
marines una salida laboral y personal que le convertía en alguien
especial. Se formó en el campamento de San Diego, en California.
Recuerda las duras jornadas de instrucción, en las que el maltrato
psicológico era cosa común, pero el espíritu competitivo que se
fomenta entre la tropa convierte la carrera militar en una carrera
competitiva para llegar a ser como esos oficiales que se presentan
ante ellos como triunfadores que causan admiración en la sociedad.
Tras
licenciarse, su principal misión fue reclutar futuros soldados. Le
tocó hacerlo cuando Estados Unidos ya se había embarcado en la
guerra de Afganistán y la de Irak estaba a la vuelta de la esquina.
Era necesario encontrar aspirantes allá donde pudieran esconderse.
Sabía cómo identificar la carne de cañón porque recibió una
amplia formación para ello. Y cuando lo señalaba con el dedo, iba a
por él, lo visitaba en clase, en su casa, cuando estaba con sus
amigos... Así conseguía hacer creer al aspirante que era un tipo
especial. Y que, además, podría llegar a ser como él: un hombre
condecorado, querido en su pueblo, deseado por todas las mujeres que
antes le rechazaban...
En
su biografía cuenta la conversación que tuvo con un muchacho que
acuciado por la falta del empleó, acudió a una estafeta móvil de
alistamiento en la que se desplazaba de pueblo en pueblo en busca de
candidatos para el Cuerpo de Marines, el más duro y respetado del
Ejército norteamericano.
El
aspirante le preguntó qué ofrecía. Y él respondió:
“Lo
que te ofrezco es dolor, privación de sueño, tortura mental y tanto
dolor muscular que vomitarás. No me gusta dorar la píldora... Te
enseñaré a matar. ¿Estás preparado para ser un guerrero? No voy a
sentarme aquí perdiendo el tiempo y a hablarte bien del Cuerpo de
Marines. Estamos aquí para que defiendas los intereses de Estados
Unidos y te conviertas en un guerrero, sin tener en cuenta si el
enemigo es extranjero o es de tu país”.
El
futuro soldado se llamaba Travis Painter. Aceptó. Y se convirtió en
uno de los cientos de miles de guerreros que viajaron a Irak después
de aprender a matar para defender su patria. Por supuesto, tal
destino es imposible en un muchacho que no pertenezca a una sociedad
que exalta la violencia, en la que el nacionalismo se convierte en
una religión y en la que se educa a los jóvenes en la misión
divina de defender al país más libre del mundo. Casi podría
decirse que el proceso de captación del ejército usa mecanismos muy
similares al de las sectas destructivas que saben rebuscar en los
recovecos débiles del aspirante para medrar a través de ellos.
Massey primero fue víctima, y después verdugo. Así, el proceso se
alimenta de forma permanente.
En
2003 fue enviado a Irak. Allí recuerda haberse encontrado un país
más desarrollado de lo que le habían dicho. Su mente estaba llena
de tópicos y consignas sobre lo que pasaba allí y cómo eran sus
gentes. Pero la realidad de la guerra le apartó de cualquier
consideración. Como integrante del Tercer Batallón de la Séptima
Unidad de Marines, participó en todo tipo de misiones, muchas de las
cuales consistían en proteger zonas tan estratégicas cómo, por
ejemplo, pozos petrolíferos. En algunas ocasiones, formó parte de
los puntos de control que se establecían por todo el país para
controlar los movimientos de los ciudadanos. Les hacían pensar que
cualquiera podía ser enemigo. Y que, ante la duda, había que abrir
fuego. Muchos murieron delante de él [...]
Todo
acabó cuando su mente dijo basta. Los médicos determinaron que
sufría trastorno de estés postraumático, la enfermedad mental que
padecen uno de cada cinco soldados. Tuvo que volver a Estados Unidos.
Ya en su casa, las sensaciones empezaron a clarearse: “Se acabaron
los espacios luminosos para mi, se acabó el nirvana tras la matanza,
vivo en un charco de lodo y la única forma de salir de él es
dejando de matar... He visto suficiente destrucción para una vida
entera. No puedo usar más mi sombrero de vaquero”.
Hay
muchos Massey en Estados Unidos tomando pastillas para olvidar lo que
vivieron allí y les desequilibró. Él decidió contar lo que hizo.
Otros prefirieron un camino de oscuridad, y todavía muchos siguen
allí. Pilotan algún helicóptero Cobra o Apache. Instalan puntos de
control para dominar los movimientos de quienes viven allí. Se han
convertido, sin saberlo, en los escudos humanos de los intereses
económicos que anidaban tras la guerra.
Este texto pertenece al libro W de Wikileaks (Libros Cúpula, 2011), que en la actualidad se encuentra en las librerías de toda España al precio especial de 5,95 euros:
05 febrero, 2013
OBAMA LLEVARÁ A LOS TRIBUNALES A LOS RESPONSABLES DE LA "TRIPLE A"
“A
los millones de seres humanos que han perdido sus casas, su trabajo y
sus ahorros por culpa de la crisis económica. Que sepan que ellos no
son los culpables y que no vivieron por encima de sus posibilidades”.
Así
empieza mi libro Triple A. Está dedicado a las víctimas. Con ese nombre se conoció hace décadas a los miembros de
un grupo terrorista en Argentina que provocó cientos de muertes entre quienes aspiraban a un mundo mejor. Pues bien, la AAA es la
nota máxima que pusieron a los productos financieros los analistas
de las agencias de calificación durante años, asesinando así, también, a quienes querían vivir en ese mundo. Hoy sabemos que el 93
% de esas notas eran exageradas y falsas, pero al ponerlas lograban enriquecer a muchos que especulaban con dinero y viviendas.
Ellos fueron parte fundamental en que se desatara la crisis económica
que empezó en 2008. Ahora, el gobierno de los Estados Unidos ha
demandado a una de las tres principales agencias de calificación,
Standard & Poor's. El terremoto provocado por el anuncio ha
causado el desplome de las acciones en bolsa de la empresa y un
reguero de informaciones a nivel mundial. Puede ser un punto de
inflexión. La agencia de calificación ha respondido diciendo que no
se equivocaron con intención y que todas las acusaciones contra
ellos son falsas. Pero la verdad es la verdad. En mi libro, en donde
analizo el papel de estas agencias y mil otros datos sobre la crisis
económica, expongo los correos electrónicos de algunos de los
analistas encargados de poner AAA a los paquetes financieros que
provocaron la burbuja: “Hagamos que seamos más ricos mientras esta castillo de
naipes no se derrumba”. Es una sentencia que demuestra que sabían
qué estaban haciendo, y para qué. Ahora, el gobierno de los EE.UU.
pide en los tribunales 5.000 millones de dólares en concepto de
daños y perjuicios. Aunque es sólo la punta del iceberg, pues, como
digo en mi trabajo, esas acciones provocaron eso, que mucha gente lo
perdiera todo o casi todo.
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