02 mayo, 2011

EL PREMIO NÓBEL DE LA PAZ ANUNCIA LA EJECUCIÓN DE BIN LADEN

Eran casi las seis de la madrugada de este 2 de mayo de 2011 cuando regresaba tras el final de la entrega dominical de La Rosa de los Vientos. Como siempre, pese a las horas, la jornada aún continúa. Encender el ordenador, la radio, y la televisión es un todo. Y, de inmediato, la noticia de la muerte de Osama Bin Laden emergió por todos los rincones auditivos, sonoros o virtuales. Como autor de tres libros sobre Al Qaeda aquella información me importaba especialmente. Y reuní rápidamente toda la información posible sobre la noticia del año -un año que cada día que pasa parece mas trascendente para el curso de la historia-, que apenas una hora antes había dado a conocer en una alocución pública el presidente de Estados Unidos, Barak Obama. En su discurso aseguraba que la muerte de Bin Laden era un triunfo de Estados Unidos y de los valores que defiende su país. De inmediato, miles de personas en Nueva York y Washington salieron a las calles para celebrar la muerte de Bin Laden.

En la cuenta de Twitter asociada a mi último libro, W de Wikileaks (Libro Cúpula, 2011), http://www.twitter.com/wdewikileaks , no se me ocurrió otro titular para resumir el acontecimiento: “El premio Nobel de la Paz anuncia la ejecución de Bin Laden”. A continuación ofrecí algunos datos y valoraciones más mientras otros líderes internacionales emitían sus comunicados y opiniones. Casi sin excepción, todos ellos se felicitaban por la muerte del líder de Al Qaeda. Por elegir una de esas opiniones, me quedé con la del primer ministro de Israel: “La muerte de Bin Laden es un triunfo de la libertad y la justicia”. Al mismo tiempo, decenas de miles de personas, muy jóvenes en su mayoría, celebraban en las calles de las principales ciudades norteamericanas la muerte de Bin Laden. Con un fanatismo propio de descerebrados, gritaban, hacían ondear banderas, se subían unos encima de otros, encima de coches y monumentos, quemandan fotografías de Bin Laden... A la muerte de Bin Laden, en apenas un par de horas, le seguía una oleada de locura. Y lo que son las cosas: la única comunicación oficial con un mínimo de criterio y sentido común de un Estado la ofrecía el Vaticano, en donde su portavoz consideraba que nadie puede alegrarse de la muerte de una persona. Evidentemente -y con razón- el Vaticano aludía a que Bin Laden había incitado al odio entre pueblos y había utilizado la región como instrumento para ello. No deja de ser asombroso y un signo de los tiempos desneuronados en los que vivimos que un Estado no democrático hubiera ofrecido la única valoración mínimamente democrática sobre la muerte de Bin Laden. Al otro lado, los países que más presumen de valores democráticos promovían y alentaban ideas propias de dictaduras a las que se critica.

Avanzado el día el fanatismo sigue recorriendo el mundo. Los mismos que califican de fanatismo -bien calificado- a quienes en sus manifestaciones queman banderas de países occidentales están quemando con un fanatismo todavía peor -porque ese fanatismo encima se vende con referencias a la democracia y libertad- fotografías de Bin Laden. Y aunque evidentemente el yemení es un personaje odioso, la lucha contra los enemigos de la democracia debe regirse por valores que nada tienen que ver con los que inundan al planeta en estas horas. No hay mucha diferencia entre las acciones atribuidas a Bin Laden que en las que se ejecutan en nombre de la libertad, mancillando valores y expresiones verdaderamente asombrosas. Obama pasará a la historia por haber sido el presidente de Estados Unidos que acabó con Bin Laden, pero también pasará a la historia como el premio Nobel que presumió de haber ejecutado extrajudicialmente y sin ningún valor democrático a su enemigo. Al tiempo, se aludía una y otra vez a las víctimas de sus acciones, presumiendo que consideran que la venganza es una forma de justicia. Y en el caso de las víctimas, faltaría más, sería humanamente entendible esa postura, pero jamás puede argumentarse en nombre de la democracia.

Hay asuntos en los que no existe discusión posible. La muerte de Bin Laden -amén de las muchas dudas que la operación en sí pueda deparar- ha sido una ejecución extrajudicial, una pena de muerte sin juicio ni sentencia, saltándose cualquier norma de Derecho, incluído el Derecho Internacinal (la operación de Estados Unidos ha tenido lugar en un país soberano que no autorizó ni recibió permiso para autorizar la misión). Evidentemente, un juicio contra el líder de Al Qaeda podría deparar cosas muy incómodas para algunos y seguramente hubiera permitido que se conociera una verdad indiscutible: Bin Laden es su producto de Estados Unidos, un viejo colaborador de la CIA, más recientemente de los servicios de inteligencia de Pakistán (que fueron creados, y son instrumentalizado por la misma CIA), un inversor junto con su familia en las empresas de Bush, un aliado de los talibanes cuando los talibanes eran considerados en la Casa Blanca (no hace tanto tiempo de ello, a finales del siglo XX) unos buenos chicos a los que se apoyaba... Amén de poner en evidencia cómo Bin Laden ha sido la excusa perfecta para multiplicar los dividendos de algunas multinacionales de la maquinaria industrial militar y ejecutar los planes geoestratégicos que ideólogos del algunos poderosos gobiernos habían planificado incluso antes de que las torres gemelas cayeran. Y todo ello por no hablar de los atentados del 11-S. Por mucho que se diga y repita, jamás se responsabilizó en sus videos (muchos de ellos dudosos) de ser el autor de los atentados (el único que lo ha hecho es un preso de Guantánamo tras ser torturado) y ni siquiera en las fichas del FBI en la que aparecía su foto como el más buscado se le acusaba directamente por el 11-S. Se le implicaba en otros crímenes, pero no por el 11-S. Pero una actuación legal contra Bin Laden hubiera puesto al descubierto una serie inmensa de contradicciones y circunstancia que pocos estarían dispuestos a escuchar.

Se decía que se buscaba vivo o muerto a Bin Laden. Era falso. Sólo le querían muerto. Así es más cómodo. Por cierto, en la versión oficial se ha señalado que el cadáver fue conducido a Afganistán y posteriormente “enterrado en el mar” (sic). ¿Como se entierra al alguien en el mar? ¿Cuál es el mar que baña Afganistán?