10 diciembre, 2012

SE CONSUMÓ LA BROMA: EL NOBEL DE LA PAZ PARA LA UNIÓN EUROPEA


Era cierto, aunque pareciera una broma de mal gusto. Hoy, los máximos responsables de la Unión Europea, en presencia de casi todos los presidentes de los diferentes países que la forman, han recibido el Nobel de la Paz. No ha habido tanto escándalo como en aquellas ocasiones en las que el galardón se lo llevaron personajes que hicieron mucho, de todo tipo, pero nada relacionado con la paz. Quizá no ha habido tanto escándalo porque en cierto modo nos creemos un poco premiados. Para la entrega del premio se ha escenificado alguna que otra broma, con menores, como esa joven salmantina de 12 años, que han sido utilizados para hacer ver al mundo lo bonito que es la misión en la que se han embarcado los constructores de Europa. Me gustaría saber cuántos menores han muerto en conflictos bélicos durante el último año gracias a las mortíferas armas que los países de la Unión Europea han vendido en el último año. Según el Instituto Internacional para la Paz de Estocolmo, los países que integran la UE se ham embolsado 75.000 millones de euros en el último año vendiendo esas armas. También estaría bien saber si se hubieran solucionado parte de los problemas en Oriente Medio si la UE hubiera tenido un papel más rotundo en el conflicto entre Israel y Palestina. O si gran parte de los países de la misma unión no hubiera apoyado los ataques contra Irak o Afganistán, enviando al campo de batalla decenas de miles de soldados. O haciendo un poco de memoria, qué hubiera pasado si los receptores del Nobel de la Paz hubieran querido de verdad construir una paz en la antigua Yugoslavia antes de que se mataran entre ellos hace no tantos años. Se puede premiar, si se quiere, los intentos de los dirigentes de todos estos países por intentar erigir una Europa unida, aunque esa unión se haga ahora a costa de enviar a la miseria y a la pobreza a millones de personas que no encajan en los ideales de quienes instigan recortes y más recortes para salvar -eso dicen ellos- al continente de la crisis. Que durante la entrega del Nobel de la Paz, todos los presentes hayan jaleado hasta que se levantó, en medio de un sonoro aplauso, la canciller alemana Angela Merkel, la defensora de la necesidad de esa pobreza y representante de un país que poco está apoyando en la ONU los movimientos por la laz, suena a broma. A broma de mal gusto, a la que con estupor seguramente han asistido los miles y miles de personas que en todos los rincones del globo ponen su verdadero grano de arena por conseguir algo de paz. Una broma que ha rematado el presidente de la Comisión Europea, un órgano de poder que no sigue los preceptos democráticos, Durao Barroso, cuando en nombre de los premiados ha dicho: “Mi mensaje es: puedes sumarte a nuestros esfuerzos para luchar por la paz, la libertad y la justicia en Europa y en el mundo”. ¿Lo ha dicho en serio?